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macayrnc

la historia de mi vida un sabado 20 de agosto de 1986

Aun me duele la memoria… al recordar  aquel terrible día de 1986, en que una cotidiana mañana de trabajo cambio mi vida.

Trece mil voltios de energía recorrieron mi cuerpo y lastimaron mi piel, dejando huellas en mi cuerpo pero sobre todo en mi corazón.

1.     Era un día normal en la “Voz de Manabí” (hoy Radio Sucre), cuando de repente la transmisión se suspendió, un repentino daño hizo aparición... Luego de chequear los equipos en planta, llegamos a la conclusión de que el daño era exterior y decidimos otros técnicos y yo, salir a encontrarlo.

 

Por aquel entonces, la emisora estaba ubicada en las calles Morales entre diez de agosto y Córdova, y desde ahí salimos, poste por poste, intentado dilucidar el daño.

Avanzamos hasta la calle Pedro Gual pasamos por el Puente “Velasco Ibarra” y nos enrumbamos hasta la vía a Manta.

 

Recorrimos varios kilómetros y no fue hasta llegar a la ciudadela “Bellavista”, cuando encontramos el daño.  Recuerdo: que tome la escalera e inicie mi trabajo de reparación y una vez concluido procedí a chequear el audio y todo estaba correcto. Pero por mi desesperación: en lugar de bajarme, ascendí unos escalones y mi cabeza rozo los cables de alta tensión y no supe mas de mi.

 

Mis amigos me contaron que quede pendiendo de la escalera; a una altura aproximada de ocho metros. Afortunadamente paso por el lugar y como enviado del cielo el Dr. José Sacoto Navia, quien me dio tratamientos de resucitación y sugirió mi traslado inmediato al hospital local en donde me atendieron,  para luego transferirme a la unidad de quemados del hospital “Rodríguez Zambrano” de la ciudad de Manta.

 

Allí; me esperaba mi hermana, quien se desempeña como enfermera y el especialista en casos de quemados, el Dr. Ricardo Cobos.

Mi estado era crítico, tenia quemaduras en el 70 % de mi cuerpo, estuve tres días en coma y cuatro meses aislado, porque no toleraba ver a nadie. De ahí en adelante, me esperaron tratamientos especiales para recuperar la movilidad de los tendones de uno de mis brazos. Esta sin duda es la peor experiencia que he vivido y doy gracias a Dios, a mi madre y también al Dr. Ignacio Hidalgo Villavicencio, quien asumió los gastos médicos y en especial al Dr. Cobos por su constancia y apoyo diario.

 

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