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Descripción de mi Ciudad

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LA VILLA NUEVA DE SAN GREGORIO DE PORTOVIEJO

 

La Villa Nueva de San Gregorio de Portoviejo, capital de la provincia de Manabí,  tiene una superficie de 967.5 Km2 y una población total de 235.634 habitantes, según el último censo realizado en el año 2001. Históricamente fue la segunda ciudad española, fundada en lo que hoy es el territorio ecuatoriano.

 

La bella capital de los manabitas limita  al norte con los cantones: Rocafuerte, Sucre, Junín y Bolívar; al sur con el cantón Santa Ana; al oeste con Montecristi y el Océano Pacifico y al este con Pichincha y Santa Ana.

 

Nuestro cantón se caracteriza por tener un territorio relativamente accidentado, con elevaciones que están 200 y 250m.sobre el nivel del mar;  goza de un clima variable, aunque es cálido generalmente. En el verano el clima es templado y en el invierno es caluroso.

 

Conocida también como la Ciudad de los Reales Tamarindos, Portoviejo esta conformado por 16 parroquias, entre 9 urbanas y 7 rurales. Podemos señalar que son muy ricas en tradiciones, en lugares turísticos, que poseen una variada y exquisita gastronomía y la generosidad de sus fértiles tierras permiten la abundante cosecha de productos  de ciclo corto en especial, lo que posibilita trabajo constante para sus hijos.

 

Portoviejo, la ciudad del valle, rodeada de colinas y atravesada por un rio que posee su mismo nombre, la de generosas vegas y mangos dulces, la de los reales tamarindos, ceibos y palo santo. La de los insignes Vicente Amador Flor, Constantino Mendoza y Filemón Macías, abriga en su seno a una población que especialmente se dedica a trabajos burocráticos y al comercio formal e informal. Cuenta con 8 instituciones bancarias y crediticias para viabilizar las operaciones económicas. Asimismo, el cantón cuenta, según datos obtenidos en la dirección de educación de Manabí, con 159 escuelas y 89 colegios entre públicos y privados. También tiene 2 universidades propias: técnica de Manabí y san Gregorio de Portoviejo, y varias filiales o extensiones de otras universidades del país. Su población se mantiene unida e informada de los acontecimientos locales y del mundo,  a través de la prensa escrita, televisada y radial.

 

La historia de mi ciudad cuenta que sus  casas eran hechas de caña y sus paredes estaban recubiertas de (enquinche), una pasta elaborada con excremento de vaca, paja, tierra y agua.

Estas eran de dos pisos y muy grandes; en su centro había un patio interior, bordeado de amplios corredores. Las fachadas lucían una sucesión de balcones o ventanas con persianas, para impedir que entraran directamente los rayos del sol pero, al mismo tiempo, permitir el paso del viento. Tanto en las casas de campo como en las de la ciudad, la cocina quedaba fuera de la estructura central y estaba unida a través de un puente. En la cocina, el fogón es el elemento principal, se trata de un gran horno horizontal construido de madera y caña, relleno de tierra y ceniza, donde se colocan ollas de barro en las que preparan los alimentos.

 

De este tipo de viviendas aun quedan muy pocas y ante la decisión de la Corporación Municipal  se están restaurando 4, las mismas que serán declaradas en Patrimonio de la Ciudad.

 

 

 

 

Hoteles, un aeropuerto, una terminal terrestre, modernos centros comerciales, junto con la cortesía y hospitalidad de su gente reciben diariamente a los turistas que deciden visitar sus playas o sus campos en familia.

 

 

Valle apacible donde el sol derrama

Sus cascadas de oro y de poesía

Y donde el corazón suspira y ama

Las frondas temblorosas de armonía.

 

Por siempre te amaré.

Estudiante: Gustavo Macay Cedeño

Profesor: Lcdo. Ricardo de la Fuente                                              Facultad de Comunicación ULEAM

 

Descripción de mi Ciudad

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LA VILLA NUEVA DE SAN GREGORIO DE PORTOVIEJO

 

La Villa Nueva de San Gregorio de Portoviejo, capital de la provincia de Manabí,  tiene una superficie de 967.5 Km2 y una población total de 235.634 habitantes, según el último censo realizado en el año 2001. Históricamente fue la segunda ciudad española, fundada en lo que hoy es el territorio ecuatoriano.

 

La bella capital de los manabitas limita  al norte con los cantones: Rocafuerte, Sucre, Junín y Bolívar; al sur con el cantón Santa Ana; al oeste con Montecristi y el Océano Pacifico y al este con Pichincha y Santa Ana.

 

Nuestro cantón se caracteriza por tener un territorio relativamente accidentado, con elevaciones que están 200 y 250m.sobre el nivel del mar;  goza de un clima variable, aunque es cálido generalmente. En el verano el clima es templado y en el invierno es caluroso.

 

Conocida también como la Ciudad de los Reales Tamarindos, Portoviejo esta conformado por 16 parroquias, entre 9 urbanas y 7 rurales. Podemos señalar que son muy ricas en tradiciones, en lugares turísticos, que poseen una variada y exquisita gastronomía y la generosidad de sus fértiles tierras permiten la abundante cosecha de productos  de ciclo corto en especial, lo que posibilita trabajo constante para sus hijos.

 

Portoviejo, la ciudad del valle, rodeada de colinas y atravesada por un rio que posee su mismo nombre, la de generosas vegas y mangos dulces, la de los reales tamarindos, ceibos y palo santo. La de los insignes Vicente Amador Flor, Constantino Mendoza y Filemón Macías, abriga en su seno a una población que especialmente se dedica a trabajos burocráticos y al comercio formal e informal. Cuenta con 8 instituciones bancarias y crediticias para viabilizar las operaciones económicas. Asimismo, el cantón cuenta, según datos obtenidos en la dirección de educación de Manabí, con 159 escuelas y 89 colegios entre públicos y privados. También tiene 2 universidades propias: técnica de Manabí y san Gregorio de Portoviejo, y varias filiales o extensiones de otras universidades del país. Su población se mantiene unida e informada de los acontecimientos locales y del mundo,  a través de la prensa escrita, televisada y radial.

 

La historia de mi ciudad cuenta que sus  casas eran hechas de caña y sus paredes estaban recubiertas de (enquinche), una pasta elaborada con excremento de vaca, paja, tierra y agua.

Estas eran de dos pisos y muy grandes; en su centro había un patio interior, bordeado de amplios corredores. Las fachadas lucían una sucesión de balcones o ventanas con persianas, para impedir que entraran directamente los rayos del sol pero, al mismo tiempo, permitir el paso del viento. Tanto en las casas de campo como en las de la ciudad, la cocina quedaba fuera de la estructura central y estaba unida a través de un puente. En la cocina, el fogón es el elemento principal, se trata de un gran horno horizontal construido de madera y caña, relleno de tierra y ceniza, donde se colocan ollas de barro en las que preparan los alimentos.

 

De este tipo de viviendas aun quedan muy pocas y ante la decisión de la Corporación Municipal  se están restaurando 4, las mismas que serán declaradas en Patrimonio de la Ciudad.

 

 

 

 

Hoteles, un aeropuerto, una terminal terrestre, modernos centros comerciales, junto con la cortesía y hospitalidad de su gente reciben diariamente a los turistas que deciden visitar sus playas o sus campos en familia.

 

 

Valle apacible donde el sol derrama

Sus cascadas de oro y de poesía

Y donde el corazón suspira y ama

Las frondas temblorosas de armonía.

 

Por siempre te amaré.

Estudiante: Gustavo Macay Cedeño

Profesor: Lcdo. Ricardo de la Fuente                                              Facultad de Comunicación ULEAM

 

la historia de mi vida un sabado 20 de agosto de 1986

Aun me duele la memoria… al recordar  aquel terrible día de 1986, en que una cotidiana mañana de trabajo cambio mi vida.

Trece mil voltios de energía recorrieron mi cuerpo y lastimaron mi piel, dejando huellas en mi cuerpo pero sobre todo en mi corazón.

1.     Era un día normal en la “Voz de Manabí” (hoy Radio Sucre), cuando de repente la transmisión se suspendió, un repentino daño hizo aparición... Luego de chequear los equipos en planta, llegamos a la conclusión de que el daño era exterior y decidimos otros técnicos y yo, salir a encontrarlo.

 

Por aquel entonces, la emisora estaba ubicada en las calles Morales entre diez de agosto y Córdova, y desde ahí salimos, poste por poste, intentado dilucidar el daño.

Avanzamos hasta la calle Pedro Gual pasamos por el Puente “Velasco Ibarra” y nos enrumbamos hasta la vía a Manta.

 

Recorrimos varios kilómetros y no fue hasta llegar a la ciudadela “Bellavista”, cuando encontramos el daño.  Recuerdo: que tome la escalera e inicie mi trabajo de reparación y una vez concluido procedí a chequear el audio y todo estaba correcto. Pero por mi desesperación: en lugar de bajarme, ascendí unos escalones y mi cabeza rozo los cables de alta tensión y no supe mas de mi.

 

Mis amigos me contaron que quede pendiendo de la escalera; a una altura aproximada de ocho metros. Afortunadamente paso por el lugar y como enviado del cielo el Dr. José Sacoto Navia, quien me dio tratamientos de resucitación y sugirió mi traslado inmediato al hospital local en donde me atendieron,  para luego transferirme a la unidad de quemados del hospital “Rodríguez Zambrano” de la ciudad de Manta.

 

Allí; me esperaba mi hermana, quien se desempeña como enfermera y el especialista en casos de quemados, el Dr. Ricardo Cobos.

Mi estado era crítico, tenia quemaduras en el 70 % de mi cuerpo, estuve tres días en coma y cuatro meses aislado, porque no toleraba ver a nadie. De ahí en adelante, me esperaron tratamientos especiales para recuperar la movilidad de los tendones de uno de mis brazos. Esta sin duda es la peor experiencia que he vivido y doy gracias a Dios, a mi madre y también al Dr. Ignacio Hidalgo Villavicencio, quien asumió los gastos médicos y en especial al Dr. Cobos por su constancia y apoyo diario.

 

la historia de mi vida un sabado 20 de agosto de 1986

Aun me duele la memoria… al recordar  aquel terrible día de 1986, en que una cotidiana mañana de trabajo cambio mi vida.

Trece mil voltios de energía recorrieron mi cuerpo y lastimaron mi piel, dejando huellas en mi cuerpo pero sobre todo en mi corazón.

1.     Era un día normal en la “Voz de Manabí” (hoy Radio Sucre), cuando de repente la transmisión se suspendió, un repentino daño hizo aparición... Luego de chequear los equipos en planta, llegamos a la conclusión de que el daño era exterior y decidimos otros técnicos y yo, salir a encontrarlo.

 

Por aquel entonces, la emisora estaba ubicada en las calles Morales entre diez de agosto y Córdova, y desde ahí salimos, poste por poste, intentado dilucidar el daño.

Avanzamos hasta la calle Pedro Gual pasamos por el Puente “Velasco Ibarra” y nos enrumbamos hasta la vía a Manta.

 

Recorrimos varios kilómetros y no fue hasta llegar a la ciudadela “Bellavista”, cuando encontramos el daño.  Recuerdo: que tome la escalera e inicie mi trabajo de reparación y una vez concluido procedí a chequear el audio y todo estaba correcto. Pero por mi desesperación: en lugar de bajarme, ascendí unos escalones y mi cabeza rozo los cables de alta tensión y no supe mas de mi.

 

Mis amigos me contaron que quede pendiendo de la escalera; a una altura aproximada de ocho metros. Afortunadamente paso por el lugar y como enviado del cielo el Dr. José Sacoto Navia, quien me dio tratamientos de resucitación y sugirió mi traslado inmediato al hospital local en donde me atendieron,  para luego transferirme a la unidad de quemados del hospital “Rodríguez Zambrano” de la ciudad de Manta.

 

Allí; me esperaba mi hermana, quien se desempeña como enfermera y el especialista en casos de quemados, el Dr. Ricardo Cobos.

Mi estado era crítico, tenia quemaduras en el 70 % de mi cuerpo, estuve tres días en coma y cuatro meses aislado, porque no toleraba ver a nadie. De ahí en adelante, me esperaron tratamientos especiales para recuperar la movilidad de los tendones de uno de mis brazos. Esta sin duda es la peor experiencia que he vivido y doy gracias a Dios, a mi madre y también al Dr. Ignacio Hidalgo Villavicencio, quien asumió los gastos médicos y en especial al Dr. Cobos por su constancia y apoyo diario.

 

la historia de mi vida un sabado 20 de agosto de 1986

Aun me duele la memoria… al recordar  aquel terrible día de 1986, en que una cotidiana mañana de trabajo cambio mi vida.

Trece mil voltios de energía recorrieron mi cuerpo y lastimaron mi piel, dejando huellas en mi cuerpo pero sobre todo en mi corazón.

1.     Era un día normal en la “Voz de Manabí” (hoy Radio Sucre), cuando de repente la transmisión se suspendió, un repentino daño hizo aparición... Luego de chequear los equipos en planta, llegamos a la conclusión de que el daño era exterior y decidimos otros técnicos y yo, salir a encontrarlo.

 

Por aquel entonces, la emisora estaba ubicada en las calles Morales entre diez de agosto y Córdova, y desde ahí salimos, poste por poste, intentado dilucidar el daño.

Avanzamos hasta la calle Pedro Gual pasamos por el Puente “Velasco Ibarra” y nos enrumbamos hasta la vía a Manta.

 

Recorrimos varios kilómetros y no fue hasta llegar a la ciudadela “Bellavista”, cuando encontramos el daño.  Recuerdo: que tome la escalera e inicie mi trabajo de reparación y una vez concluido procedí a chequear el audio y todo estaba correcto. Pero por mi desesperación: en lugar de bajarme, ascendí unos escalones y mi cabeza rozo los cables de alta tensión y no supe mas de mi.

 

Mis amigos me contaron que quede pendiendo de la escalera; a una altura aproximada de ocho metros. Afortunadamente paso por el lugar y como enviado del cielo el Dr. José Sacoto Navia, quien me dio tratamientos de resucitación y sugirió mi traslado inmediato al hospital local en donde me atendieron,  para luego transferirme a la unidad de quemados del hospital “Rodríguez Zambrano” de la ciudad de Manta.

 

Allí; me esperaba mi hermana, quien se desempeña como enfermera y el especialista en casos de quemados, el Dr. Ricardo Cobos.

Mi estado era crítico, tenia quemaduras en el 70 % de mi cuerpo, estuve tres días en coma y cuatro meses aislado, porque no toleraba ver a nadie. De ahí en adelante, me esperaron tratamientos especiales para recuperar la movilidad de los tendones de uno de mis brazos. Esta sin duda es la peor experiencia que he vivido y doy gracias a Dios, a mi madre y también al Dr. Ignacio Hidalgo Villavicencio, quien asumió los gastos médicos y en especial al Dr. Cobos por su constancia y apoyo diario.

 

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